El Rebranding No Salvará a Eurovisión

El rebranding que nadie pidió del logo del Festival de Eurovisión… no lo va a salvar de su crisis reputacional. Así de sencillo se los digo. Esta semana no solo supimos que Viena será la ciudad sede en 2026, sino también que el concurso estrenará un nuevo logo. Y me pregunto… ¿quién dentro de la UER pidió esto? ¡¿QUIÉN?! Vuelvo y repito: esto no arreglará nada.

Uno de los concursos musicales más longevos de Europa enfrenta una enorme crisis reputacional que la Unión Europea de Radiodifusión (o UER) no ha sabido resolver de ninguna manera. Es realmente increíble lo que estamos presenciando. Lo más que han hecho es aprovechar el chance de haber celebrado la edición más reciente en un país neutral y haber publicado un Código de Conducta a tiempo.

Martin Green, reconocido productor británico de televisión, fue nombrado Director del concurso hace aproximadamente un año. Junto al ex Supervisor Ejecutivo, el sueco Martin Österdahl, quién ostento dicho cargo entre 2021 y 2025, efectuaron en la última edición una serie de cambios más simbólicos que proveer soluciones reales a las crisis de marca y reputación que enfrentaron en esta época. La polémica participación de Israel, tras los acontecimientos que se siguen dando en Palestina, sigue siendo la gran sombra, y que una empresa israelí sea el uno de los grandes patrocinadores del concurso hace más daño que bien a fin de cuentas.

El festival de 2024 en Malmö, Suecia, no solo fue una pesadilla en términos de seguridad para concursantes y público, sino que además profundizó la crisis de imagen que la UER se niega a reconocer. Por suerte, la edición 2025 fue menos tensa que la anterior. De todas maneras, en la ciudad sede de este año, Basilea, Suiza, si vimos protestas de manifestantes.

Image of Vienna, Austria

La Hipocresía Ha Sido Tanta

Permitir que ciertos países compitan en medio de fuertes conflictos internacionales no es algo nuevo en Eurovisión, lo vimos en el pasado y lo seguimos viendo hoy en día. Podemos recordar cuando en 2017 Rusia estaba pautada, con representante, canción y todo, a presentarse en Kyiv pero cuestiones politicas se retiró semanas antes. Y cuando la invasión rusa a Ucrania ocurrió en 2022, los organizadores actuaron con rapidez prohibiendo la participación rusa y suspendiendo su membresía indefinida a la UER (que es la dueña de la marca y todo lo relacionado a Eurovisión).

Sin embargo, el asedio y posterior invasión a Gaza desde finales de 2023 por parte de Israel recibieron un trato distinto, completamente distinto. La UER permitió la participación de ese país en la edición del festival celebrada en Malmö, Suecia en 2024 e ignoró las exigencias de los fans de expulsar al país del concurso (¿por qué no nos hicieron caso?).

Esta clara hipocresía desató una polémica de alcance mundial. Eurovisión no fue el único evento internacional en permitirles estar como si nada—los Juegos Olímpicos en Francia también pasaron por alto esta situación—pero resulta preocupante que un certamen musical que predicó unión y diversidad por años, quiera normalizar la presencia de un país acusado de cometer crímenes de lesa humanidad.

Las medidas de seguridad en Malmö, Suecia tuvieron que ser tan estrictas que los organizadores tuvieron que invertir €2 millones adicionales en el 2024. Esa misma edición, que fue caótica, tuvo concursantes vetados tras incidentes, al igual que periodistas y artistas exigiendo sanciones a la delegación israelí, como protestas fuera del Malmö Arena pidiendo la expulsión de Israel.

Official Eurovision 2026 logo + branding. Copyrights: EBU / ORF

¿Y Este M**dito Rebranding?

En serio, ¿quién pidió el rebranding del festival? Desde un punto de vista creativo, son incomprensibles. Son una absoluta atrocidad creativa y visual. Y lo peor: los problemas de fondo siguen sin resolverse.

Sí, en 2026 celebraremos el 70º aniversario del concurso.
Sí, entiendo que quieran hacer algo especial.
Sí, puedo comprender que se planteara un rebranding para la ocasión.

Pero la pregunta sigue en pie: ¿quién pidió a la UER que le hicieran un rebranding a Eurovisión?

Un logo nuevo, una tipografía custom-made y un refuerzo de la propiedad intelectual son cambios meramente cosméticos, incapaces de reparar el daño reputacional. La visión del señor Green resulta plana, aburrida y simplista para un certamen que históricamente ha resaltado la fuerza del idioma, la cultura y la diversidad de Europa (y Australia, claro).

¿Qué Sigue?

Eso solo el tiempo dirá, lamentablemente. ¿Logrará Israel el triunfo que tanto persigue desde 2024? Posiblemente. El país está sediento de una “victoria” mediática. ¿Habrá otro gran escándalo? Esperemos que no. Pero si ese país gana, tendremos que esperar y ver las consecuencias que genera.

Solo espero que la próxima edición, la número 70, que se celebrará en Viena el próximo mayo, no marque el inicio del fin del Festival de Eurovisión.

Para finalizar, aquí les comparto el anuncio oficial de la sede de Eurovisión 2026:

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